La industria del motor en Europa se estrella: beneficios en picado y China adelantando por la izquierda

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La automoción europea está atravesando su mayor terremoto desde la Revolución Industrial. En solo cinco meses de 2025, los beneficios estimados de las grandes marcas del sector se han derretido casi un 25%, y lo peor es que no hay freno a la vista. Marcas top como Porsche o Stellantis han sentido el golpe de lleno, y el castigo bursátil no ha tardado: el índice Stoxx 600 Automobiles & Parts se ha dejado un 16% de capitalización en un año, aunque siga en verde en lo que va de 2025 (+2,2%).

Detrás de esta caída libre hay un cóctel explosivo:

  • Transición forzada al coche eléctrico,

  • normativa europea más estricta,

  • China pisando fuerte en Europa,

  • demanda fría en Europa y Asia,

  • y una creciente guerra comercial con EE. UU..

Resultado: la confianza inversora por los suelos y un mercado al borde del pánico. De hecho, si quitamos los dividendos, el índice sectorial ha caído más de un 36% en solo 12 meses. Y todo esto en un contexto donde los fabricantes han recortado previsiones, el clima geopolítico se tensa, y la volatilidad está al máximo.

Las grandes marcas, KO técnico

El bajón no es solo macro: en las compañías se ve clarito.
Stellantis se desplomó más de un 18% en solo tres días tras anunciar que recorta previsiones. Volkswagen ha hecho lo mismo dos veces en tres meses. Y Aston Martin, entre problemas de suministro y flojera en China, ha perdido casi el 30% de su valor desde enero.

Solo Ferrari se salva del batacazo. Sus beneficios incluso suben un poco y superan los 1.609 millones de euros, gracias a que juega en otra liga: lujo puro y duro. En 2024 vendió solo 7.044 coches, pero cada uno vale su peso en oro.

Por contra, las caídas son sangrantes en:

  • Porsche, Volvo y Stellantis (más del 39%),

  • Renault, Mercedes-Benz, VW y BMW (entre 17% y 29%).

El porqué es claro:

  • Demanda débil,

  • costes de producción disparados,

  • y la presión de competir contra coches eléctricos chinos mucho más baratos.

Y sí, los seguros contra impago de deuda de estas empresas han volado. Los inversores temen una crisis financiera industrial en toda regla.

China adelanta y Europa se queda en el retrovisor

Mientras Europa frena, China acelera. Entre 2007 y 2023 ha pasado de fabricar el 16% al 32% de todos los coches del mundo, y además es el mayor mercado comprador. En paralelo, la UE ha bajado su cuota del 25% al 15%. Un cambio de paradigma total.

Para Europa, esto no es solo un tema de industria. La automoción representa:

  • 12% del valor añadido manufacturero,

  • 6,5 millones de empleos,

  • y solo Alemania genera el 60% de ese valor.

La paradoja: a pesar de que China es la competencia, la UE depende cada vez más de ella. Baterías, tierras raras y coches eléctricos llegan, sobre todo, desde Pekín. En 2024, sus modelos ya eran más baratos que los de combustión en el segmento de coches pequeños.

Bruselas aprieta, pero también cede

Europa ha tenido que recalcular su hoja de ruta:

  • Se retrasa la prohibición de vender coches de combustión hasta 2035.

  • La nueva meta es reducir emisiones un 15% frente a 2021 antes de 2027.

Según BBVA Research, hay tres grandes frenos para que despeguen los eléctricos:

  1. Precio aún alto comparado con los de combustión,

  2. Pocas estaciones de recarga,

  3. Y una fuerte dependencia del nivel de renta de cada país.

Por si fuera poco, EE. UU. ha anunciado aranceles del 25% a coches y piezas importadas desde México, Canadá y la UE.
Para marcas como Volkswagen o Stellantis, esto puede suponer pérdidas de hasta 8.000 y 16.000 millones de euros respectivamente en 2025, según Stifel Research.

El coche, símbolo de Europa ¿en peligro?

Bruselas intenta reaccionar con un nuevo Plan de Acción:

  • 1.800 millones para fabricar baterías,

  • incentivos para comprar eléctricos,

  • y más puntos de recarga.
    También ha dado tres años más para cumplir los objetivos de CO₂.

Pero el presente pinta gris:

  • Beneficios en caída,

  • bolsas volátiles,

  • cierres de fábricas,

  • y pérdida de empleo.

El coche, ese símbolo de modernidad del siglo XX, hoy es el epicentro de una crisis que pone en jaque a la economía europea.

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